Todo Yin tiene su Yang y eso es precisamente lo que le pasa a cualquier villa,
barrio o ciudad que no tiene el privilegio de situarse en un bonito valle o
montaña ideal, incluso el más lúgubre y aparentemente insignificante barrio
tiene un escondite, un rincón o un
pasaje secreto que le hace poseer algo
especial.
El barrio del que les hablo, no tiene callejuelas, fuentes milagrosas o
casas encantadas (que yo al menos haya descubierto) pero sí tiene un gran
parque al que me gusta llamar “El pequeño bosque encantado”. ¿Y por qué
encantado me dirán? Porque goza de algo, o más bien de unos pequeños seres, que nadie nunca podría imaginarse encontrar
en ese tipo de ubicación o de ambiente. Esos seres, son "las ardillas", a las que siempre solemos situar al lado de pequeñas hadas, ninfas o de encantadoras
niñas perdidas, o eso es al menos lo que me imagino de ellas cuando pienso en
su figura.
Y tampoco conozco mucho de mitología o de simbolismo en cuanto a este pequeño y despierto ser, pero sí debe tener algo de mágico cuando no hay autor o ilustrador que se precie, que no introduzca a este gracioso animalito en sus historias o dibujos.
Lo que está claro es que ya sea porque nos recuerda o nos evoca a espacios y lugares encantados o porque simplemente nos inspira alegría y espontaneidad, es un animalito que, el solo hecho de verlo, hace que nos retrotraigamos a nuestra más tierna y pura infancia.
Y eso es precisamente lo que me sucede a mi cuando voy al "Pequeño bosque encantado" y veo a mis queridas amigas "las ardillas" corretear, subir y bajar con ágil elegancia del más alto de los pinos.
Me encanta, cuando se me acerca alguna y me mira con esos ojitos profundos para que le dé alguna nuez.
O cuando las veo pasando de árbol en árbol cual pájaro volador.
Fíjense en esta lo alerta que está. Cualquiera diría que está en el mismísimo Yellowstone ¿verdad? Pues no, aquí la tienen viviendo a las afueras de un barrio humilde de Madrid, ¡y tan contenta!
Así que ya saben, cuando vengan por aquí a hacerme una visita no olviden traer sus nueces, que yo les llevaré a visitar mi "Pequeño Bosque Encantando", pero, eso sí, con los ojos bien vendados ;-).
Un beso mágico.